El pastor que no es alemán, Humberto Lay, el de las papitas fritas, acaba de presentar su carta de renuncia irrevocable (que solo Dios y el dinero pueden revocar) a candidatear por la primera vicepresidencia en la lista del que antes fuera el chato de su adoración, César Acuña. 

El motivo de la renuncia se debería a que Acuña solo le depositaba el diezmo a Anel Townsend gracias a la impresionante defensa de lo indefendible y porque habría vendido sus principios bastantes caros; mientras que Lay no recibía nada porque Acuña es católico y prefería donar su dinero en caridad de compra de votos.

Hasta el momento no se sabe cuál será el futuro político del pastor que intentó acarrear a las ovejas acuñistas pero terminó descarriándolos más. Se especula que se irá a un Centro de Avivamiento para que no se la vuelvan a hacer y para la próxima aliarse con uno menos pendejo que él.